El verdadero funcionalismo

El siglo veinte no se entendería sin lo que llevó a personajes como Le Corbusier y Mies van der Rohe a la fama: El funcionalismo. Esta corriente arquitectónica se caracteriza por hacer primordial la necesidad de resolver la función espacial para lo que es requerido tal espacio. Esto conlleva a que la apariencia, o lo que nos encanta mencionar como “la forma” esta comprometida totalmente a lo que suceda dentro, y no que ésta comprometa a las funciones a desempeñar. Una de las razones por las cuales este movimiento tomo fuerza y fue ejecutable, fue el desarrollo de nuevos materiales y tecnologías constructivas. Aparecía la losa reforzada con acero y piezas de producción en serie. Lo que hacía que muchas obras redujeran sustancialmente su costo. Sin embargo, llegó cierto momento en el que de nuevo los materiales y tecnologías quedarón primitivas a las ideas de función y muchas veces no pudieron ser concretados cientos de proyectos.

Corren ya varias décadas desde que el movimiento moderno dejó de ser la escuela que regía el quehacer arquitectónico del día. Incluso la misma OMA plantea como premisa el alejarse del movimiento moderno per-se. Sin embargo hay algo que hace un ruido estruendoso, algo no encaja.

Si Le Corbusier viviera hoy, ¿cómo desarrollaría sus proyectos?

Tomemos a la Biblioteca Central de Seattle de OMA y alguna de las declaraciones que hizo alguna vez Joshua Ramus:

“[The] Seattle [Central Library] is ugly — or some people think so. When we first unveiled it, it made people uncomfortable, because it had never been seen before.”

“Our observation is that if you do this hyper-rational, almost dumb process of taking everything back to first principles, it’s tiring as hell, but you start to construct something that has never been done before — something that transcends convention. The [Seattle Central Library] is another example. I have never presented that project on formal terms. I always take people through the logic of it, and every move in that project was obsessively rational — to a fault, even.”

¿Acaso no el funcionalismo cambió radicalmente nuestras ciudades? Se prefirió resolver la función, antes de la decoración. Se cambiarón materiales usuales como el mármol, la madera y la piedra, por el concreto y el acero. Materiales que ahora vemos como comunes e incluso estéticos, pero que hace un siglo erán detestados.

Si hoy en día los funcionalistas vivieran, estarían muy complacidos con el trabajo de OMA pues han llevado la idea de la función a un extremo tal, que por lo menos al día de hoy, ho ha tenido barreras tecnológicas para llevarse a cabo. El deshacerse de preconcepciones de soluciones espaciales, el volver a programar y diseñar una estrategia para hacerlo y el dejar que la forma sea seducida por el programa son los pilares que llevaron al funcionalismo como la solución a los problemas de la arquitectura. ¿No se podría llamarle a la corriente koolhaasiana como verdaderamente funcionalista o hiper-funcionalista?

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