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Es un edificio que ha servido de inspiración en muchos aspectos, entre ellos el arquitectónico, el solidario, el de unión, el religiosos e incluso el literario, ya que influenció a Idelfonso Falcones para crear la obra “La Catedral del Mar”, una obra literaria que muestra a través de la construcción de una iglesia el sentido de solidaridad, devoción y unión de un pueblo tan orgulloso como el catalán, orgulloso en sus costumbres, su libertad, su cultura, su arte, su arquitectura e incluso su idioma, en pocas palabras su identidad.
El libro habla sobre la vida de un niño (Arnau Estanyol), de cómo a través de la tragedia de haber sido separado de su madre y gracias al esfuerzo de su padre, logran enfrentar a la autoridad del momento y alcanzan su libertad por medio de los avances sociales de una ciudad como la de Barcelona y pasan de ser vasallos a ser ciudadanos libres. La historia gira en torno a la construcción de un símbolo de devoción y unión que sólo la Arquitectura sería capaz de concebir, la expresión máxima, en aquellas épocas, de espiritualidad mediante el esfuerzo de un sector de la ciudad poco privilegiado, una Catedral, destinada a la Virgen del Mar (Santa María del Mar) construida, como ya se mencionó, por dos arquitectos, patrocinada en parte por los pescadores, los bastaix (cargadores), los albañiles y otros personajes de la clase trabajadora, que aportaron recursos tanto económicos como humanos, permitiendo así la culminación de una de las iglesias más hermosas hasta nuestros días y destinada a ser compartida a todo el mundo, una catedral construida por el pueblo y para el pueblo en la Barcelona medieval. Finalmente la historia relata las vueltas que puede dar la vida y como las relaciones con los demás pueden cambiar abruptamente y colocarnos en una posición favorable o desfavorable a la situación y que todo en esta vida se paga de una u otra forma. Es decir, se cosecha lo que se siembra.
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Desde el exterior el edificio da la impresión de ser robusta y maciza, características que se contradicen en el interior; la horizontalidad marcada con molduras, cornisas y superficies planas evitan una sensación de excesiva altura, a pesar de ser, verdaderamente alta; predomina el macizo sobre el vano, contradiciendo en cierta forma la ligereza característica del gótico presente en Francia e Inglaterra; la gracilidad de los arbotantes del gótico francés, desaparecen en este edificio, los contrafuertes son rodeados de muros generando espacios entre ellos utilizados como capillas destinadas a los diferentes patrocinadores.
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El interior nos conduce a través de tres naves con deambulatorio y crucero, característicos del gótico, hacia el ábside formado por un polígono de siete lados, todo cubierto por una bóveda de crucería y coronado con magníficas claves de bóveda, las columnas que dividen las naves se encuentran a una separación de 15 metros, permitiendo la sensación que se trata de una sola nave, descartando así la división del gótico europeo y se inclina por una idea de espacio único